El síndrome del impostor y la impostora siempre al acecho intentando pillarnos en un renuncio.

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en tumblr
Compartir en facebook

¿Sabes qué es el síndrome del impostor o de la impostora? Te haces una idea, supongo. ¡Quitemos las máscaras!

Pues como ya te habrás imaginado se trata de algo que surge de nuestros miedos e inseguridades.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el cual una persona siente que no es merecedora de su éxito, que su logro se debe a la suerte o a algún otro factor externo y no a sus habilidades o esfuerzos propios. Las personas que experimentan este síndrome tienen una sensación de ser un fraude, a pesar de que tienen pruebas concretas de su éxito.

Afecta a todo tipo de creativos/as, no solo a escritores/as. Digamos que da igual tu edad, sexo, condición social, religión, etc.

Es la inseguridad la que se instala a vivir contigo, ahí al fondo a la derecha, agazapándose y esperando su turno para actuar. Te dice de todo para disuadirte de que lleves a cabo tu plan estratégico de salir de tu zona de confort. De que no hagas lo que te habías propuesto. Que eres un ser impostado, que cualquiera lo haría mejor que tú. Que tal vez, esto no sea lo tuyo o que tu sueño es una utopía y que abandones. Y no va a gustar a nadie. ¿Te suena?

La mente es muy cabrita, y te da ventaja «Tú haz, que yo ya si eso… Yo ya». Y ahí estás tú, que te lo crees, que no te lo crees.

El síndrome del impostor o impostora tiene consecuencias de las que no eres consciente a primera de cambio.

Porque te da para pensar… y mucho, entonces si te da por pensar a pies juntillas lo que te dice, haces cosas tan ilógicas como normales. Procrastinas en los objetivos que te habías sugerido, analizas todo tanto que te paralizas y no continuas con lo estipulado. Te pones en plan «Emo» (esta es mi preferida, la vida es dolor…) Y te autocompadeces, parece que ha ganado la partida, ¿cierto?

Pues nada más lejos de la realidad, solo ha ganado la batalla, porque entonces detectas que se trata del síndrome del impostor y le das candela, ¿cómo? Conociendo y reconociendo al enemigo.

Se suele decir que la información es poder. De hecho, saber que se ha apoderado de ti, te da la ventaja de poder actuar.

Hay varias formas de tratar el síndrome del impostor. Una vez que hemos detectado que es esto, hay truquiconsejos que te pueden ayudar:

Mente positiva. Es la base para salir de la dinámica del auto-magullamiento al que nos sometemos cuando no nos creemos merecedores/as de nuestros talentos o logros.

Hablarlo con familiares o amigos. Todos en mayor o menor medida lo hemos padecido (que si el tema se nos va de las manos, no está de más hablarlo con un profesional). Detectarlo y compartir lo que nos sucede hace que otras personas desde la distancia nos den su visión y nos quiten la venda de los ojos.

A veces no nos damos cuenta de que tenemos un don especial para algo, pintura, escritura (si escribes este es tu caso) música, etc.

Porque estamos tan acostumbrados/as a que sea algo innato en nosotros/as que lo vemos como normal. No le damos el valor que merece. Sin embargo, es algo que nos hace sumamente especiales y es entonces cuando el síndrome del impostor o impostora se puede apoderar más fácilmente de nuestra mente y cuerpo. Campar a sus anchas y robarnos la energía.

Debemos entonces observar lo que ocurre, coger aire y ponerle límites. Tolerar la frustración, porque existe y siempre va a estar bailoteando a nuestro alrededor (Bea Peidró, te da unos súper truquiconsejos en este artículo para escritoras, pero puedes extrapolarlo a cualquier ámbito de la vida).

La razón es que te hablo como autora, pero esto ocurre en todo momento. Una comida que no sabemos si estará a la altura, un mensaje de texto que no tenemos claro si gustará, una conversación en la que la fragilidad se palpa hasta en el más leve parpadeo… ¿Sigo?

¡Quiérete! ¡Atrévete! Sé consciente de que vales mucho y mándale a tomar daiquiris a la playa. (Alejandra, Bea y yo lo hacemos a menudo. El día que nos vayamos con ellas… ¡Menuda fiesta!)

No vas a poder evitar que el síndrome del impostor o impostora te visite. Pero no te dejes atrapar demasiado tiempo. Lo dicho, a la playa a tomar daiquiris. 😉

Nos vemos el jueves que viene.

El síndrome del impostor y la impostora siempre al acecho intentando pillarnos en un renuncio. Clic para tuitear

Más para explorar

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Información básica en protección de datos.

-De conformidad con el RGPD y la LOPDGDD, Raquel Valencia tratará los datos facilitados con la finalidad de publicar su comentario. Podrá ejercer, si lo desea, los derechos de acceso, rectificación, supresión, y demás reconocidos en la normativa mencionada. Para obtener más información acerca de cómo estamos tratando sus datos, acceda a nuestra política de privacidad.